A quién no le ha tocado tener un mal jefe o uno completamente inexperto en algún momento de su carrera profesional. Un personaje capaz de hacer que perdamos la paciencia y, en casos extremos, nos lleve a renunciar. En mi experiencia, siempre he visto cartas de renuncia muy formales y respetuosas que terminan la relación laboral de manera pacífica y, en cierta medida, amigable. Es por eso que me di a la tarea de solicitar a mis contactos alguna carta que les hayan pasado para renunciar de una forma menos políticamente correcta.
Aunque no con el éxito que esperaba, recibí la siguiente carta por correo electrónico con la esperanza de que sea publicada. Quizás no es la carta que deja una relación laboral en malos términos, pero sí deja una enseñanza de lo que un pésimo jefe puede hacer en su lugar de trabajo y cómo las personas pueden afrontarlo. Cabe mencionar que todos los nombres han sido cambiados y que «cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia».
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Alejandro.
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